miércoles, 13 de julio de 2011

Pequeños volanderos.

Ayer una grata sorpresa me alegro la tarde, sin esperarlo descubrí un nuevo nido de cernícalo en la comarca, alertado por la voz de los jóvenes cernícalos levante la vista de mi camino, y hay estaban, cuatro juveniles de cernícalo muy desarrollados ya.



En esta ocasión, la pareja de rapaces había elegido la ventana tapiada de una antigua paridera, pero todavía en uso, para sacar adelante a su pollada.

Sin duda, una cría excelente, ya que los cuatro jóvenes cernícalos estaban apunto de abandonar el nido, incluso daban pequeños vuelos cambiándose de ventana mientras chillaban de forma estridente, y me observaban con sus penetrantes ojos negros.

La ubicación del nido es muy curiosa, ya que se encuentra en la repisa de una ventana que no tendrá más de 25 centímetros de anchura, con la única protección del alero del tejado. Una ventana tapiada, con orientación noreste, que a la vista de un humano, no da ninguna seguridad para el nido, tanto para los pollos, como para los huevos en el periodo de incubación, pero que sin embargo para esta pareja de cernícalos ha sido un lugar excelente en el que han sacado a toda su prole adelante.

Otra observación que hice, y que da cierta inseguridad, es la cercanía que tiene el nido con una línea eléctrica de baja tensión, escasos veinte metros separan la ventana donde observan la sierra los pequeños volanderos, de los cables eléctricos. Esperemos que estos jóvenes cernícalos no se encuentren con ninguno de estos cables, cuando se ciernan en el aire, para intentar capturar a los pequeños roedores que campan por los rastrojos con las últimas luces de la tarde.

Al ver a los pequeños cernícalos en el nido, en la ventana de una paridera en desuso, se hace un hueco para la reflexión, reflexión, que conduce una vez más al éxodo rural, al abandono de los pueblos, y con ellos, a la perdida de la ganadería y al deterioro de las infraestructuras destinadas a tal actividad.

Infraestructuras como ventas y parideras, que aunque sean lugares creados por el hombre, también son el hogar de otros muchos animales, y que con la perdida de su mantenimiento dejan de ser útiles para ellos, ya que los grandes huecos en los tejados y en las paredes hacen que estos lugares ya no sean el hogar elegido por la gineta que cría en el granero, la lechuza que duerme en el pesebre, o los cernícalos que anidan en la ventana.

1 comentario:

  1. Animal y hombre siempre conviviendo en la misma casa, aunque este último, muy ingenuo él, apenas se percate.

    ¡Suerte para estos nuevos darocenses!

    Arturo.

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