miércoles, 24 de abril de 2013

Disfrutando de la primavera y del cañón.



Hace poco más de una semana, estaba un viernes al atardecer con mi amigo Jesús Valero, y a falta de un plan para el día siguiente nos pusimos a pensar en algún sitio cercano por donde poder hacer una ruta a pie de medio día. No tardaron en surgirnos distintas opciones, es lo bueno de vivir en un sitio que, mires hacia donde mires, siempre hay un buen paisaje por donde perderte caminando durante unas cuantas horas. Esta vez el destino elegido fueron las hoces que el río Piedra ha dibujado y excavado en las rocas calizas dolomíticas entre las localidades de Torralba de los Frailes y Aldehuela de Liestos.
Así que el sábado por la mañana cogimos la furgo y, como no podía ser de otra manera, a mi perra Senda, que ya se está haciendo protagonista en las fotos de este blog, y nos dirigimos hacia Torralba de los Frailes. Una vez llegas al pueblo desde la carretera de Molina, hay que entrar por el primer camino de la izquierda, y dirigirte hacia una ermita que, con una pequeña placa solar y un molinillo de viento en el tejado, nos indica la dirección del camino; en el siguiente cruce seguimos recto, y poco a poco vamos descendiendo con el coche y nos vamos adentrado en el cañón del Piedra, donde junto al cauce del río aparcaremos. Nos ponemos en marcha remontando el cauce y pasando junto al antiguo molino, donde un panel informativo nos indica la ruta que vamos a realizar, el Mirador de Reconquillo.


Cruzamos el cauce que, aun después de las abundantes precipitaciones, sólo deja correr un pequeño hilo de agua, y nos adentramos en el que para mí, es el tramo más bonito del recorrido: entre chopos cabeceros y sauces de un buen tamaño podemos disfrutar de los cantos de pinzones, currucas capirotadas, mirlos o herrerillos. Y seguimos por una senda cubierta de vegetación que nos va llevando río arriba por el fondo de este espectacular cañón fluvial; cuando parece que la vegetación se abre un poco, nos encontramos una señal que nos indica que es el momento de cruzar el rio, así que lo cruzamos y una senda, no muy marcada, nos deja adivinar que hay que ascender por un pequeño barranquillo que vierte el agua al río, pronto veremos algunas marcas pintadas que nos indican que vamos en buena dirección. Tras esta subida repentina cambiamos de vegetación, y nos adentramos en el carrascal, que nos va a ir acompañado por el borde superior de estas paredes verticales que dibujan unos meandros espectaculares que bien son dignos de pararse a contemplarlos un rato.
Seguimos ahora llaneando por el borde del cañón, escuchando mitos, grajillas o viendo cómo los aviones roqueros hacen auténticas acrobacias a escasos centímetros de las paredes calizas. Ahora las marcas son más escasa, pero bien puestos están unos mojones de piedra que nos van guiando: pasaremos por un antiguo corral de ganado que conserva sus paredes de piedra seca cada vez más deterioradas, una construcción que también merece la pena fotografiemos, y por qué no, nos haga hacer una pequeña reflexión de la “evolución” que nuestra sociedad está sufriendo, del abandono de estas zonas rurales tan duras y aisladas. Hace unas décadas ahí había ganado, y todavía se pueden ver las piedras que servían de resguardo al pastor, y hoy vamos de propio a pasear por esa zona y a fotografiar lo que era una forma de vida, cuánto ha cambiado la historia, ¿no?
Bueno continuamos con nuestra ruta siguiendo los hitos de piedra que poco a poco nos van girando hacia la izquierda hasta llegar a una suave vaguada que cruzaremos y nos irá conduciendo por el fondo y ya con desnivel negativo, hacia nuestro punto de partida. Otra vez nos acercamos al borde del cañón y, ya sin dejarlo, vamos descendiendo disfrutando de los serpenteantes meandros hasta llegar al molino donde hemos aparcado.
Una ruta circular de unos cinco kilómetros, que satisfactoriamente sorprenderá a aquel que se anime a recorrerla sea cual sea su interés: botánico, ornitológico, geológico, o de fotografía. O como simplemente puede ser, disfrutar de nuestra naturaleza más pura y escondía.

1 comentario:

  1. ¡¡Qué paseo más bonito!! Increíble el agua que hay, hace años que estaba totalmente seco. Ahora hace falta que venga el calor para que nos de tiempo a un chapuzón.

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