martes, 31 de marzo de 2015

Cae la tarde sobre Lechago.



Tarde en el pantano, tranquila, sosegada, inerte, desierta, sin vida, o no?


Algo parece que hay, algún punto que dibuja estelas de vida rompiendo la tensión superficial del agua.
Telescopio. Ahí están, patos cucharas, cercetas carretonas, un rabudo, somormujos lavancos, más de un centenar de anades reales.
Sigue la tarde en el pantano tranquila, cálida, soleada, con algunas nubes y una ligera brisa.
Vuelta al telescopio, al cuaderno de campo, contar y apuntar, el silencio solo se rompe con los sonidos de las gaviotas reidoras, que unos minutos antes estaban desaparecidas en ese escenario, y ahora, medio centenar irrumpen alborotando sobre esas estelas de vida que siguen surcando el agua. Se dejan ver cuatro cormoranes que rompen de su posadero para darse un baño.

Cambio de posición, vamos a ver otra zona.


La tarde sigue pero ya empieza a caer, los tonos anaranjados del atardecer se difuminan con las nubes, la luz se refleja en el agua, te ilumina el ocular del telescopio. Más cormoranes, parados y en el agua, pero con todavía buena luz del sol ya aparece la luna, temprana y con fuerza creciente, aparece en escena como si ya no pudiese esperar más rato en salir.
Las fochas se activan, salen de todas partes, unas nadan, otras pastan en las orillas, aparece fugaz y sigiloso un zampullín, la primavera ya ha llegado tras las últimas lluvias.
Una pareja de tarabillas juega y revolotea por los cardos de la orilla, los somormujos se buscan, ya están haciendo es espejo, si, la primavera está aquí.
Sigue cayendo la tarde sobre el pantano, nos sentamos junto al telescopio, ya parece que está todo visto y apuntado, pero que es eso que vuela?? Localizarlo rápido con el telescopio ¡ostia! Un águila pescadora, la ves? La ves? Y además lleva una carpa en las garras, exhibición magistral de la pescadora con su presa, da vueltas y vueltas sobre el pantano hasta que acaba desapareciendo por encima del pinar.
Vuelve la tranquilidad, se pasa el acelerón de la pescadora, ya empiezan a cambiar las tornas y tiene más luz el cielo que el suelo. Venus ya lleva un rato visible, y el silencio cada vez es más corto, las fochas están muy activas y no dejan respiro, los cormoranes no terminan de acomodarse y el batir de sus alas inunda el momento, los patos aletean, pasan rápidos y altos, aprovechan el ocaso para alimentarse, la tarde ya se ha ido, Orión el gran cazador del cielo ya está bien visible viendo como la vida en el pantano sigue, y da pie a escuchar, pensar, ver, reflexionar….. Tenemos suerte de vivir donde vivimos, de ver lo que vemos, y de tener lo que tenemos, pero sobre todo somos afortunados por saber valorarlo, y disfrutar de ello... Cae la tarde sobre lechago.


miércoles, 25 de marzo de 2015

Réquiem por unas luces con sabor a pueblo.



 
Luz anaranjada que tiñe Daroca cuando la noche reclama su momento, monumentos y torreones que vestidos con iluminación cálida invitan a fotografiar en la noche.
Farolas que dan una luz cálida, agradable, humana. Luces que dejan ese sabor a pueblo, que te traslada sin demasiado esfuerzo a imaginar la ciudad medieval en todo su apogeo. Resplandores que invitan a recorrer el entramado medieval de Daroca en la caída de la noche, a respirar el olor a tierra mojada sintiendo los adoquines bajo tus pies, a recorrer las iglesias de San juan, de Santo Domingo, la Colegiata de Santa María o la de San Miguel.


Que invitan a sentarte en el paseo de los poetas y el ingenio a observar cómo luce Daroca bajo la dominante estampa del Torreón de San Jorge, mientras las chimeneas que quedan exhalan sus últimos alientos de leña quemada por los callejones empedrados.
Luces que ayudan al turista a sentir un trato cercano de los Darocenses, a sentirse como en casa, a quedar cautivados por la tranquilidad de sus calles. Luces que invitan a no dejar de descubrir esos rincones con encanto, que a los ojos del que vive en Daroca pueden pasar desapercibidos, pero que están ahí para todo aquel que quiere ver la magia que se encierra en ellos.
Luces que hoy me hacen rescatar imágenes de mis recuerdos para poder escribir estas palabras, luces que todavía nos permiten rescatar ese sabor a pueblo de nuestro paladar, pero luces que ya no están, que se han ido, que se han sustituido.
Que se han cambiado por todo lo contrario, por luces blancas, frías, que no invitan a recorrer la ciudad ni a perderse por sus callejones, luces que rompen por completo la atmósfera medieval que envuelve a Daroca, que tiran por tierra las fotografías nocturnas desde las zonas más altas.
Luces eso sí, de más bajo consumo que las anteriores, pero que para nada tienen por qué estar reñidas con la estética y la ambientación de la ciudad. No somos el único pueblo, ni la única ciudad, que con sus luces anaranjadas invita al visitante a recorrer en la noche su tramado, ni tampoco seríamos el primer pueblo en compaginar calidez y ahorro energético en su iluminación. Sin ir más lejos, Albarracín brilla en la oscuridad con sus farolas anaranjadas de bajo consumo, y además con la elegancia de no tener ningún cable visible en las fachadas.
Estas luces anaranjadas con su último aliento en nuestras retinas sólo nos permiten dejar unas  preguntas en el aire, sin saber si tendrán respuesta. ¿Volveremos a ver las calles de Daroca envueltas en ese ambiente anaranjado de sus farolas? ¿Volveremos a ver sus torres y torreones iluminados? ¿Realmente apostamos por el turismo, y por cautivar al visitante?





jueves, 19 de marzo de 2015

Removiendo recuerdos, recuperando palabras.



Otro año más ha llegado el día, y no me refiero al día del padre, sino al día en que nos dejaron los compañeros de la helitransportada de Alcorisa en el accidente que sufrió su helicóptero cuando se dirigían al incendio de Villel en 2011. Como cada año desde esta Asociación, en nombre de la BRIF de Daroca ,y por supuesto a título personal, queremos rendir homenaje a los fallecidos, dar ánimo a sus familiares y también, cómo no, a Ángel Aznar.
Igualmente, como cada año nos juntaremos para rendir homenaje en Alcañiz al más joven de los fallecidos, el amigo Ramón, a Montxo. Este domingo allí estaremos haciendo lo que a él más le gustaba, anillar, rodeados de su gente, de su sitio, saboreando esos recuerdos que, valga la redundancia, nos hacen recordarlo cerca, sonriendo y muy vivo.


Igual que rebobinamos para rescatar esos felices recuerdos de nuestra memoria, este año quiero volver atrás en la memoria de este blog para recuperar las entradas que cada año han rendido homenaje en estas fechas; os vuelvo a poner una de las entradas más vistas en este blog, y la que sin duda más cargada de sentimientos y de emociones  podemos encontrar en él, tanto en su texto como en sus comentarios.
Tres años más tarde, volvamos a leer: Un año sin volar, que ahora, ya son cuatro.

“19 de marzo, un año hace ya, un año de aquel incendio que se desató en Villel, incendio al que se dirigía la brigada helitransportada de Alcorisa, cuando tuvieron ese fatídico accidente que acabó con la vida de un Agente de Protección de la Naturaleza, el piloto del helicóptero y cuatro de los cinco brigadistas que viajaban a bordo, quedando herido de gravedad uno de ellos, Ángel Aznar.
Esta entrada va dedicada a todas estas personas, y por supuesto a sus familiares y amigos.
Especialmente, por mi relación personal con él, yo se la dedico a José Ramón Milián, el más joven de todos los fallecidos, el ornitólogo, el anillador, el amigo Ramón.
Amante de su trabajo, cuántas veces hablamos de helicópteros y de incendios, quién iba a pensar que volando acabarían sus días, que volando se truncarían sus sueños de anillador.
Todavía recuerdo el último fin de semana que pase con él, fue en la fiesta de las grullas de febrero del año pasado, allí estábamos felices, rodeados de pájaros y pajareros, anillas y buen ambiente. Estuvimos hablando de trabajo, de incendios, de música, pero, cómo no, la conversación termino en los pájaros.  Ramón me contó una historia de un águila azor-perdicera que tuvo en las manos, de cómo el ave clavaba fríamente su mirada sobre todo aquello que llamaba su atención y me dijo literalmente “es el ave más preciosa que he visto nunca”.
Ave en peligro, difícil de ver, ave de Ramón, ave que cada vez que veo me pone los pelos de punta.
Al día siguiente estábamos junto con Carmina y Carlos en la puerta del Centro de Interpretación de la Laguna, y un humo lejano asomaba por los sembrados. Bromeamos sobre el humo, diciendo que estábamos de fiesta, que no nos llamaran para ir a apagar nada… Quién pensaba que un mes después sí que nos llamarían para ir a apagar. Nos llamaron, pero los brigadistas de Alcorisa, entre ellos Ramón, nunca llegaron.
Una vida que se pasó volando, volando como el águila perdicera que a Ramón enamoró con su mirada, una vida con las aves y la naturaleza siempre presentes, una vida que disfrutó con intensidad y alegría, y que sabía transmitir a los que lo rodeaban, una vida corta, que terminó como había discurrido, VOLANDO.”


Os dejo los enlaces de las entradas que hasta hoy han rendido homenaje a nuestro amigo y compañero Montxo, y al que año tras año seguiremos recordando entre las redes, las plumas y las nogueras. Un amigo al que siempre sentiremos muy cerca.